Peruanos fijan sus ojos en el crecimiento de Dubái
11:13 | Los empresarios del mundo han puesto sus ojos en el acelerado crecimiento económico de este emirato, que ha abierto sus puertas a los extranjeros, incluyendo a varios peruanos
Por Gisella López Lenci. Periodista
En Dubái todo se construye para ser lo más grande del mundo. En sus 4.114 kilómetros cuadrados --no llega a duplicar Lima Metropolitana--, el más famoso de los siete emiratos alberga el hotel más lujoso del planeta (Burj al Arab, el único de siete estrellas) y el puerto y las islas artificiales de mayor tamaño del mundo. Pero nada es suficiente. Ya está en construcción un nuevo aeropuerto, que aspira a ser el de mayor tráfico, el edificio más alto (con 800 metros), el centro de entretenimiento más amplio (Dubailand, que duplicará el tamaño del Disney World de Florida) y el centro comercial más grande de todo el orbe.
Antes de que los Emiratos Árabes Unidos se establecieran oficialmente en 1971, lo único que había en estas tierras eran pescadores y comerciantes que debían lidiar con las vicisitudes del desierto. El petróleo, sin embargo, despegó el desarrollo de la zona de manera acelerada. Pero nunca tanto como en la última década.
Dubái, el emirato menos beneficiado con el petróleo --se calculan que sus reservas se acabarán en 20 años--, decidió independizarse del oro negro para depender de las actividades financieras, comerciales y turísticas, haciéndose atractiva a las inversiones extranjeras. Así, en los últimos años las compañías más importantes del mundo han puesto sus ojos en el emirato, donde tienen toda la libertad para colocar sus empresas, y apostar por los proyectos más osados .
Actualmente, el país mueve 300 mil millones de dólares en proyectos de construcción, y la burbuja parece estar lejos de explotar.
ADIÓS A LA AÑORANZA
En medio del 'boom' que vive Dubái, un puñado de peruanos decidió tentar suerte en la lejana península arábiga y en una ciudad donde, por ahora, nada parece imposible. Hasta allá han llegado, según registro de la Asociación de Peruanos en Dubái, 47 compatriotas. Una de ellas es Carolina Gildemeister, presidenta de este grupo, a quien no le ha costado mucho esfuerzo adecuarse a la vida del emirato.
"Una de las cosas que más me gustó es que la mayor parte de la población económicamente activa es extranjera. Por eso, esa sensación de extranjero no la tienes porque casi todos se sienten igual. Todos tenemos los mismos tipos de añoranza, de que te falta algo porque no estás en tu país, pero el sentimiento es menos perceptible porque es compartido por la mayoría", afirma Carolina, quien llegó a Dubái en enero del 2006 y actualmente se desempeña como corredora inmobiliaria. "Esto acá es un 'boom'", sostiene.
Debido al crecimiento económico y a la cantidad de empresas extranjeras afincadas en el emirato, se calcula que el 80% de la población es foránea y que solo el 20% son locales, o emiratis. De ese 80%, un 70% son indios y pakistaníes que trabajan, en su mayoría, como obreros de construcción. El resto es del sudeste asiático, iraníes, de otros países árabes y occidentales, sobre todo británicos y sudafricanos. El porcentaje de latinos es mínimo, pero la nacionalidad predominante es la venezolana (unos 2 mil que trabajan, sobre todo, en empresas petroleras), seguida de la mexicana.
"Lo otro que me gustó es que Dubái es muy segura", prosigue Carolina. "Acá la gente deja sus carros con la llave puesta en verano y dejan el motor prendido para que no se apague el aire acondicionado y nadie se lo lleva. Nadie te roba", cuenta esta ingeniera sintiendo la diferencia de lo que ocurría mientras vivía en Lima.
Siendo mujer en un lugar regido por las leyes islámicas, Carolina no ha tenido mayor inconveniente en adaptarse a las normas. "Dubái es el emirato menos conservador y acá hay muchas mujeres ejecutivas. Aunque nadie te obliga a vestirte de una determinada forma, solo tienes que usar un poco de criterio y de ser considerado hacia sus costumbres. Acá son tolerantes pero no les gusta el escándalo".
PALMAS DE ENSUEÑO
Gonzalo Seminario, de 34 años, es un arquitecto egresado de la Universidad Ricardo Palma. Llegó a Dubái en mayo del 2007 donde trabaja en el área más rentable: el sector constructor. Gonzalo forma parte del Grupo de Diseño de Nakheel, una de las empresas más importantes y que se encarga, nada menos, de la construcción del Palm Jumeirah, el conjunto de islas artificiales más grandes del mundo que, desde el aire, forman una palmera y donde se calcula vivirán unas 80.000 personas.
Pero no queda ahí. Nakheel ya está creando la isla de la segunda palmera, Palm Jebel Ali, y de la tercera, Palm Deira, que será la más grande de todas y que estaría terminada en 20 años. Estas palmeras no solo albergarán casas de playa, sino grandes hoteles, edificios de viviendas y oficinas y cientos de tiendas.
"En Dubái la gente busca experimentar y hacer cosas novedosas para atraer turistas e inversiones, y existe el dinero para hacerlo. Dubái nació hace 40 años y como no posee mucha historia busca forjarse una identidad con estos megaproyectos icónicos", comenta. "La idea que se tiene de Dubái es que es el Mónaco del Medio Oriente. Un lugar seguro, con estabilidad política y casi sin impuestos", cuenta Gonzalo, para quien el clima ha sido el escollo más difícil para adaptarse.
"El mayor choque es en verano porque es muy caluroso. Va de mayo hasta setiembre y las temperaturas suben hasta 50 grados con 80% o 90% de humedad".
"Cuando las empresas contratan extranjeros hacen una inducción donde te explican las reglas básicas del islam". Por ejemplo, en Dubái el alcohol es legal pero si algún foráneo comete un accidente de tránsito habiendo tomado, el siguiente paso es la deportación.
Otro de los peruanos que eligió Dubái es Luis Chumpitaz, quien llegó en febrero del 2007 y actualmente es jefe de Infografía del área impresa de Arab Media Group, el consorcio de medios del gobierno, que incluye los diarios en árabe "Al Bayan", "Emarat al Yaoum" y el periódico en inglés "Emirate Business 24/7". "Cuando llegué me puse a aprender árabe porque la mayoría de gente que trabaja en los diarios en árabe no habla inglés. Además, para lo que es infografía el orden de lectura es inverso pues en Occidente leemos de izquierda a derecha. Por eso se tiene que hacer una edición para el árabe y luego voltear las ilustraciones para respetar el orden de lectura en árabe", cuenta.
Con él trabajan 13 personas, entre emiratis, jordanos, egipcios, filipinos, sirios, un alemán, además de tres peruanos: Karina Aricoché, Germán Fernández y Liz Ramos. "Acá hay mucho interés por aprender sobre lo que se hace en Occidente. Ellos valoran que los extranjeros vengan a enseñar, más que alguien que solo venga a ahorrar dinero", señala Luis.
Por ahora, Dubái sigue siendo un centro de atracción para los extranjeros que quieren aprovechar su acelerado crecimiento. Todos esperan, incluidos los peruanos, que la burbuja no se reviente.