Hortensia Bussi Soto, profesora de Historia y Geografía en la Universidad de Chile, nació en Valparaíso el 22 de julio de 1914. El 17 de marzo de 1940 contrajo matrimonio con Salvador Allende Gossens con quien tuvo 3 hijas: Carmen Paz, Beatriz (QEPD) e Isabel.
Durante las campañas políticas de Allende fue su gran acompañante, recorriendo el país junto a él, lo que le permitió tener un contacto directo con los trabajadores y conocer la realidad de las mujeres, jóvenes y niños chilenos.
Una vez que su marido asume la Presidencia de la República, en 1970, ella emprende la tarea de llevar justicia e igualdad a los sectores más necesitados. En el plano internacional colabora promoviendo la solidaridad y ayuda a los países que sufren desastres naturales.
El día del golpe militar, el 11 de septiembre de 1973, la casa presidencial de calle Tomás Moro es bombardeada por aviones de la Fuerza Aérea y ella debe enfrentar sola este duro episodio. El Presidente Allende y sus hijas se encuentran en el Palacio de La Moneda. Logra salvar su vida y recibe protección en la casa del Presidente del BID de aquella época, Felipe Herrera, amigo de la familia.
La recientemente impuesta Junta Militar logra ubicarla para trasladar en helicóptero, acompañada sólo de un sobrino, los restos del Presidente Allende en un ataúd cerrado, los que son sepultados en una tumba familiar en el Cementerio de Santa Inés, en Viña del Mar.
Días después debe salir al exilio en México, donde El Presidente Luis Echeverría y su Sra. María Esther Zuno, la reciben afectuosamente. En ese país fijará su residencia por 17 años. Desde allí, su figura pequeña y frágil, estremece al mundo con sus declaraciones, levanta su voz por los miles de asesinados, torturados y desaparecidos por la dictadura militar en Chile. No descansa en su lucha por la justicia y porque la democracia retorne a su país. Dedicada a esta causa, es recibida por más de 50 mandatarios quienes escuchan sus denuncias y solidarizan con la causa chilena. Recibe numerosas condecoraciones y es nombrada ciudadana honoraria de muchas ciudades europeas.
En 1989 regresa a Chile después de su largo exilio, Es recibida por el pueblo que sale a las calles a darle la bienvenida. Ya en su país, continúa la labor de rescatar los valores y la memoria de su marido mediante la creación de la Fundación Salvador Allende, que preside desde su creación en 1990.