Marco Antonio Moreno 27 de agosto de 2010
Aunque se nos hizo creer que la inflación era el mayor de todos los males, el verdadero peligro está en la deflación, tema al cual hemos dedicado varios artículos. Pues bien, para evitar la ola deflacionaria que viene, la Reserva Federal de Estados Unidos prepara una nueva batería de recursos y estímulos que buscan impedir a toda costa el hundimiento total de la economía de ese país.
Uno de los datos más reveladores lo da la fuerte caída en el consumo de Estados Unidos (ver gráfica), una caída histórica y acorde a la caída general de las bolsas en los últimos meses, incapaces de repuntar. Gran parte de esto es producto del masivo desempleo que, en términos reales supera el 16,5% (aunque el oficial está en el 9,5%). La nueva operación de rescate masivo que programa Ben Bernanke, no es otra cosa que volver a "tirar la plata en helicópeto", tal como lo hizo hace dos años tras el colapso de Lehman Brothers, y cuyos objetivos los describimos en Rescatando al capitalismo en helicóptero. La imprenta y el helicóptero son las dos armas estratégicas con las que los gestores del actual modelo económico-monetarista piensan superar la crisis. ¿Será posible?
A medida que la recuperación económica muestra signos de pulverización caótica, todos las medidas de la Reserva Federal han demostrado ser inútiles porque no atacan el problema de fondo: la creación de empleo. Hasta Paul Krugman se ha quejado hoy de esta falencia que hemos señalado en varios artículos como en El problema no es la deuda sino el desempleo. Sin creación de empleo no hay consumo, y sin consumo ni siquiera se pueden pagar los intereses de la deuda.
En estos dos años, la Fed ha comprado casi dos billones de dólares (el 14% del PIB) entre hipotecas basura y bonos del Tesoro. Pero el dinero no ha fluido hacia la economía real y sólo ha permitido a los bancos limpiar sus deprimidos balances. La llamada flexiblización cuantitativa ha tenido además un impacto negativo en la distribución de la riqueza. El Coeficiente de Gini para los Estados Unidos ha aumentado del 0,40 al 0,45, demostrando la ampliación de la brecha entre ricos y pobres, lo que constituye un fenómeno indeseable para una economía avanzada.
Esta vez, la fijación para los exégetas del modelo económico es frenar la caída de los precios, tal como lucharon contra su elevación. El problema es que los costos de controlar la inflación resultaron excesivos y fueron los que desataron el problema del desempleo masivo. Emplear la misma medicina para aliviar el problema no solo es contraproducente sino que no tiene sentido en la dinámica actual de la globalización. Porque más que aplicar medidas monetaristas lo que se requiere es una política global para enfrentar el futuro que viene con un énfasis en las energías sustentables. Si se adoptara una sola estrategia en esta dirección, el empleo comenzaría a fluir y se aliviaría uno de los mayores dramas actuales. Pero esto no figura en el helicóptero de Bernanke.