Fenómeno sin precedente
Célebres activos, al Tercer Mundo
Por Luisa Corradini
Corresponsal en Francia
PARIS.- Estados Unidos y los grandes países europeos no sólo están sufriendo una de las mayores crisis financieras de la posguerra, sino que además padecen la humillación de tener que ceder algunos símbolos de poder a un puñado de países emergentes para evitar una bancarrota general: el Chrysler Building de Nueva York, Merrill Lynch, Citigroup, el banco suizo UBS, la Bolsa de Londres, empresas de alta tecnología y algunos de hoteles de lujo de París pasaron total o parcialmente a manos de inversores árabes, rusos o asiáticos en los últimos tiempos.
Los protagonistas de esa ola de compras son los llamados fondos soberanos, creados por los Estados o los bancos centrales de países emergentes para invertir sus excedentes monetarios que provienen de la estampida de precios del petróleo (en el caso de los países árabes o Rusia) o de sus superávit comerciales (en China o Singapur).
En apenas un año, los capitales de esos sovereign wealth funds (SWF) aumentaron más de 22%. De los US$ 8,8 billones que representaban en 2006, pasaron a 11 billones en 2007, según un reciente informe del McKinsey Global Institute. De aquí a 2015, el equivalente de la producción de los Estados Unidos estará reunida en manos de una decena de países, dueños de esa acumulación inverosímil de dinero: los Emiratos Arabes Unidos, Arabia Saudita, Singapur, Kuwait, China, Hong Kong, Rusia, Qatar, Noruega y Libia.
Fondos por US$ 66.000 millonesLa importancia de esos nuevos actores de la economía mundial se multiplicó gracias a su participación en la crisis de los subprimes : desde que comenzaron las turbulencias, en agosto de 2007, los fondos soberanos inyectaron por lo menos US$ 66.000 millones para oxigenar a bancos, bolsas y fondos de inversión occidentales que se encontraban al borde de la asfixia por su excesiva exposición en créditos sin garantía.
Entre 2007 y 2008, el fondo soberano del gobierno de Singapur (GIC) compró el 4% del Citigroup y el 9% del UBS. Tamasek, otro fondo de inversión del mismo país, adquirió 10% de las acciones de Merrill Lynch. Abu Dhabi compró el 4,9% de Citigroup y el 7% del fondo de inversiones Carlyle (EE.UU.), mientras que Kuwait se quedó con otro 4% de Merrill Lynch.
Qatar adquirió un 20% de la Bolsa de Londres, mientras que Dubai compró otro 28%. En tanto, China compró un 9,9% de Mor-
gan Stanley, 10% del fondo de inversiones Blackstone (EE.UU.) y 2,6% del banco Barclays (GB). La lista representa una ínfima parte de las operaciones financieras en las que participan esos nuevos colosos de la economía internacional a través de sus SWF.
Hace pocas semanas, los neoyorquinos, consternados, se enteraron de que una de las joyas de su ciudad, el Chrysler Building, había sido comprado por el Abu Dhabi Investment Council por 800 millones de dólares.
Esa torre, plantada en el corazón de Nueva York, de 319 metros y 77 pisos, construida entre 1928 y 1930 por William van Allen, se transformó de la noche a la mañana en el símbolo de ese nuevo mundo donde los grandes están dejando de serlo y los pequeños toman su lugar. No lejos, en la 5» Avenida, el edificio de General Motors es desde hace meses propiedad del Kuwait Investment Authority (KIO), que pagó cerca de US$ 2000 millones.
En 2007, el Qatari Diar compró en París varios hoteles de cinco estrellas, numerosos edificios de departamentos en el corazón de la ciudad y, sobre todo, el Centro Internacional de Conferencias de la avenida Kléber por US$ 675 millones. En poco tiempo más, ese sitio histórico (que fue sede de la comandancia militar nazi durante la Segunda Guerra Mundial) será transformado en un hotel de superlujo. Hace pocos meses, el mismo fondo de Qatar compró Cegelec, una de las empresas de equipamiento eléctrico más tradicionales de Francia. Según el Ministerio de Economía francés, Abu Dhabi ha invertido cerca de US$ 30.000 millones en el país.
En Londres, el Crown Estate, que era propiedad de la reina Isabel, fue adquirido por 255 millones de dólares por Istithmar World, un fondo de Dubai presidido por el sultán Ahmed ben Sulayem. Esa propiedad de 37.150 m2 en el corazón de la capital británica será transformada en un hotel de lujo de 283 habitaciones, con algunos departamentos privados con vista al río Támesis, cuyo precio superará los 69.000 dólares el metro cuadrado.
Pero Qatar hizo aun algo mejor: uno de sus fondos pagó 1864 millones de dólares al Ministerio de Defensa británico por los Chelsea Barracks, los cuarteles históricos de la Corona, justo al lado de Westminster, uno de los barrios más exclusivos y caros del mundo.
Una de las preocupaciones más serias de los europeos viene de Rusia. En los últimos cinco años, las reservas de dinero rusas han aumentado un 74% y, contrariamente a otros gobiernos de países emergentes, Moscú no duda en utilizar su force de frappe financiera para tratar de infiltrar empresas estratégicas occidentales.
En la Costa AzulEn 2006, el banco estatal ruso VTB compró 5% del capital del grupo aeronáutico europeo EADS y poco después exigió un puesto en el consejo de administración. Los dirigentes de ese consorcio franco-alemán que fabrica misiles balísticos nucleares, el avión de combate Eurofighter y helicópteros militares, tuvieron serias dificultades en obligar a VTB a que revendiera sus partes.
Por el momento, los rusos parecen decididos a replegarse a la Costa Azul. Según un estudio publicado por Knight Franck y la Citi Private Bank, los millonarios rusos poseen actualmente la mayoría de las mansiones más caras de Saint-Jean-de-Cap-Ferrat. La península más cara del mundo, donde el metro cuadrado cuesta 65.000 dólares, ha experimentado, gracias a ese nuevo éxodo, un crecimiento insolente del 39% entre 2007 y 2008.
Bancos, inmuebles, hoteles, empresas, cuarteles y hasta circos. El jueves pasado, Dubai anunció la compra del 20% del Cirque du Soleil, uno de los negocios de entretenimiento más prósperos del mundo. Con 18 espectáculos a través del mundo y 10 millones de visitantes, las ventas de ese célebre espectáculo canadiense ascienden a 700 millones de dólares anuales.